Se que México se encuentra a miles de kilómetros de Corea, sin embargo, entre más leo la novela de Kim Ji-young: nacida en 1982 de la escritora Cho Nam-joo más que convenzo de que esa distancia pareciera acortarse. A primera vista nuestras culturas no tienen nada en común, pero al continuar leyendo el libro me doy cuenta que tristemente a las mujeres mexicanas y a las coreanas nos unen muchas cosas que Cho Nam-joo describe y nosotras podemos sentirlas tan familiares en nuestra vida diaria, ya sea en la escuela como en nuestro trabajo.
Por eso es muy fácil reconocerse en la vida de la protagonista, Kim Ji-young, quien vive circunstancias que la mantienen en ese espacio de desigualdad, subordinación, humillación y acoso constante de sus jefes hombres e incluso de sus compañeros de trabajo. Estas acciones están tan normalizadas tanto en su sociedad como en la nuestra, pues de acuerdo una encuesta del diario español El país, el 48 por ciento de las mujeres mexicanas encuestadas dicen haber sido acosadas o agredidas sexualmente al menos una vez en su vida.
Además de este tema, la novela nos habla de la maternidad; su protagonista no para de cuestionarse una y otra vez por qué debe convertirse en madre y qué es lo que pierde ella en el camino para lograrlo. Y al mismo tiempo, nos revela la otra cara de la maternidad que impera aún en Corea y que se nos muestra de la mano de la madre de Kim Ji-young, sobre quien recae la tradición y el mandato social de dar a luz a un niño y no a una niña y lo que esto implica para ella.
Todos estos temas nos llevan a cuestionar la importancia que ha tenido el libro en la sociedad coreana y en el movimiento feminista 4B que ha ganado más fuerza en los últimos años y dicta no casarse, no dar a luz, no salir con hombres y no tener relaciones sexuales con hombres como una forma de protesta por las desigualdades que aún persisten en la sociedad coreana.
La novela fue publicada desde 2016, pero aún se siente que muchas situaciones todavía no cambian y que falta mucho por hacer para luchar por mejorar la historia de las mujeres, por eso no dejemos que estas historias pasen desapercibidas y sigamos leyéndolas para conectarnos con aquellas mujeres que vivan cosas similares a las nuestras y podamos escucharnos entre nosotras.
Tania Cisneros García