Ver una película después de leer la historia basada en ese libro siempre conlleva un prejuicio. Si lo que vemos en la pantalla se apega a nuestra imaginación como sucedía cuando la leímos. Yo leí en mi adolescencia Casi el paraíso de Luis Spota (13 Julio-1925), —que este 12 de septiembre se estrena en cines-, después de Mujercitas de Louisa May Alcott y Pregúntale a Alicia de no sé qué autor, solo sabía que era de Editorial Roca, pero gracias al internet ahora puedo dar el dato que la escritora se llama Beatrice Sparks.
Esas fueron mis lecturas no obligadas de principios de los ochenta, cuando todavía iba en la secundaria, primero la ambientada en la época de la Guerra Civil estadounidense, en los años 1860 y 1870 de las hermanas Jo, Meg, Amy y Beth, spoiler, la que muere y por la que llora Joe (Matt Le Blanc) en un capítulo de Friends y posteriormente la de una joven drogadicta que desobedece a sus padres.
El libro de Casi el paraíso llegó a mi casa por un tío que cuando iba de visita dejaba los ejemplares ahí y ya no se los llevaba, así seguí la trayectoria literaria de Spota con La sangre enemiga, Las horas violentas y la taurina Mas cornadas da el hambre que es un poco en el tono de Casi el paraíso donde el protagonista es un “paria” (persona excluida de las ventajas de que gozan las demás, e incluso de su trato, por ser considerada inferior), pero gracias a sus ganas de triunfar en los ruedos llega a escalar las altas esferas, del título de esa historia, la periodista Shanik Bergman hizo un libro satírico llamado Más cornadas da el hombre, pero leer Casi el paraíso, el tema que nos ocupa, fue entrar al mundo de los adultos.
La película
Casi el paraíso de Luis Spota se publicó en 1956, yo la leí 25 años después. Me sumergí en la provincia italiana donde vivía Amadeo Pádula y en la vida en México (que es casi el paraíso dicen en el filme) del príncipe Ugo Conti, a quien imaginaba alto, blanco de cabello negro y ojos grandes, muy galán. En las décadas que transcurrieron no releí el libro del también periodista y guionista mexicano, pero cuando tuve la oportunidad de acudir hace unos días a la función previa al estreno de la película dirigida por Edgar San Juan, con una distribución apoteósica en 1,500 salas de cine, noté que mis recuerdos de la trama no tenían que ver con lo que vi en pantalla, aunque si se conserva la esencia.
La cinta es un homenaje al periodismo con intriga política y dignificando el oficio en la historia según las propias palabras de San Juan y de igual forma un tributo a la esposa de Spota, Elda Peralta (28 julio-1932) quien fuera actriz, escritora y falleciera el pasado 15 de mayo. Ella les dio los derechos de la novela y estuvo al tanto del proceso del proyecto de filmación que duró 10 años en concretarse, con el obstáculo de la pandemia y otros en el camino.
El resultado es una producción decorosa con saltos en el tiempo que le dan agilidad a la narrativa de la ópera prima del cineasta Edgar San Juan, también el productor de la misma junto con Maurizio Antonini, quien la califica como una tragicomedia e informó sobre su realización filmada con cámaras Alexa y otras tecnologías. Rodada en escenarios de Ciudad de México, Acapulco, e Italia y un retrato de la sociedad actual con sus redes sociales pero con el esnobismo de la época en la que fue escrita, a mediados del siglo XX.
El elenco lo encabezan: el actor italiano Andrea Arcangeli como Ugo Conti/Amadeo Pádula; Esmeralda Pimentel como Frida Becker, Karol Sevilla como Teresa Rondia y Miguel Rodarte, quien está espléndido en su personaje de Alonso Rondia.
Luis Spota en el cine
Las historias de Luis Spota que se han llevado al cine son Vagabunda, dirigida por Miguel Morayta en 1950, luego bajo el mismo nombre, Alfonso Rosas Priego hijo, la llevó a la pantalla grande en 1993 con Dolores Heredia como protagonista. La estrella vacía del cineasta Emilio Gómez Muriel de 1958 tuvo a la diva María Félix representando a una ídem, por lo que se pensaba que era autobiográfica, pero el escritor refirió en una entrevista que se inspiró en esta historia de una actriz, en figuras de la época como Lupe Vélez y Ava Gardner, de la cual no sería mala idea hacer una nueva versión para el streaming. Otras de las cintas de Spota que se llevaron al séptimo arte fueron: El hombre de papel de Ismael Rodríguez de 1963 con un entrañable Ignacio López Tarso y La sangre enemiga de Rogelio A.