Deslumbrante realismo mágico

Las dos vidas de Floria, de la escritora Laura Martínez-Belli, podría catalogarse como una novela corta, un cuento o una fábula, pero sin duda, esta obra literaria atrapa desde el inicio hasta el final, alucinante por cierto, un ejemplo contundente de realismo mágico.

¿De qué trata?

Los Alacid son una pareja madura que ha anhelado un hijo y aún sus intentos fallidos a lo largo de los años no lograron concebir, pero la llegada a su casa de Antónima les da posibilidad de experimentar la maternidad y la paternidad prestada respectivamente, por medio de una criatura que lleva oxígeno a su existencia.

Son cinco personajes claves en La dos vidas de Floria, entre ellos Nicolás, un médico que será testigo de un prodigio y algo insólito que el lector tiene que descubrir en el transcurso de esta oda a la vida y a la naturaleza misma que construye con frescura y buena narrativa, Martínez-Belli.

Yo no había leído a esta autora, por su apellido la relacioné con la escritora Gioconda Belli. Laura Martínez-Belli nació en Barcelona y es hija de padre español y madre nicaragüense, de la misma nacionalidad de la autora de El país de las mujeres, que ya investigando, efectivamente es su sobrina.

La autora ha vivido en México y otras de sus obras relacionan a nuestro país, como Por si no te vuelvo a ver que se ambienta en la Revolución mexicana; Carlota, acerca de la emperatriz Carlota de Bélgica y La otra Isabel cuenta la vida de la hija de Moctezuma. El año pasado, la autora publicó La mesa herida, título de un cuadro de Frida Kahlo.

Las dos vidas de Floria es la tercera novela de Martínez Belli y realmente se lee con avidez y te induce al realismo mágico con los cánones de este género, por medio de hechos cotidianos como la existencia de un matrimonio cualquiera, pero después viene la fantasía.

Como se sabe, la mayoría de las obras del escritor colombiano Gabriel García Márquez están inscritas en el realismo mágico y cuando lees Cien años de soledad y el autor te describe Macondo, como que percibes ese olor a lluvia y vegetación, así pasa con la obra en cuestión de Martínez-Belli, ¡huele a hierba!, del bosque, no de la otra y un gran hallazgo en la venta de libros usados, ahí te encuentras grandes maravillas como esta, muy recomendable.

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